
Para muchas compañías su negocio es el que es, sin más; y así lo tratan de gestionar, careciendo de la perspectiva de entender la empresa como un todo (Marketing, finanzas, know-how, operaciones..)
Una dirección inteligente haría del negocio una variable a analizar y a determinar, por lo que la decisión de incorporar el Management de gestión en una compañía comienza con la disposición a integrar el negocio con la estrategia, dando con ello un enfoque dinámico ejecutivo; palanca que bien accionada, potenciará los valores de la organización para posicionarla como una empresa estable, eficiente, sostenible, competitiva y escalable.
Sin considerar lo relacionado con los recursos financieros, que merecen consideración aparte, los problemas críticos que suelen afectar a las empresas a la hora de mejorar en eficiencia y en eficacia, suelen ser la falta de tiempo y de experiencia de sus equipos, junto al desconocimiento específico en las soluciones y modelos conceptuales de mejora. Se intuyen los conflictos, pero no se tratan, por lo que no se toman las medidas correctoras que se requieren. Generalmente, no hay casualidades, hay causalidades,
La actitud es clave cuando se trata de reestructurar el negocio.
Con la estrategia se define el dónde y el cómo, mientras que el Plan de Negocio soporta la estrategia y provee de los detalles para su ejecución, definiendo los resultados esperados, todo ello contextualizado en la tan ansiada y perseguida «nueva normalidad» que está deparando un escenario sin precedentes, por lo que se carece de los clásicos referentes que servían de soporte para apoyar la acción.
Ahora procede aplicar un criterio sostenible, sustentado en argumentos reales que permita fijar el objetivo que se persigue, alineado con la política marcada por la empresa en cuanto a expectativas y objetivos, pero simplificando el modelo (foco en lo importante).
Por ello, antes que seguir insistiendo en el “océano rojo” (competencia destructiva), convendría identificar el espacio de oportunidad en el “océano azul” (ese mercado que aún no ha sido explorado).
De ahí surge la necesidad de elaborar un plan que recoja la estrategia de la empresa y que será la “Hoja de Ruta” para un horizonte temporal (máximo 3 años), pero siempre en constante seguimiento y revisión; que aportará enfoque y clarificará el direccionamiento del negocio, describiendo el método para alcanzar el fin perseguido.
Tiene como objetivo definir dónde jugar (mercados, clientes, segmentos, productos…) y cómo ganar (fórmula de la estrategia competitiva).
También responde a la pregunta de a dónde pretendemos ir, además de servir para definir la “ventaja competitiva” (aspecto crucial para el Marketing).
Si así fuese contemplado, como decisión estratégica de la compañía, incluirá íntegramente el Proyecto de Internacionalización.
También se hace imprescindible disponer de un Modelo de Negocio; proceso de reflexión dinámico de cómo ser capaces de crear, capturar y entregar un valor diferencial a los clientes.
“No ser útil a nadie, equivale a no valer nada” (René Descartes)
Objetivo: resolver el problema de mercado, diseñando el boceto de cómo se debería actuar.
Deberá señalar las actividades que contribuirán al plan estratégico y proveerá de los detalles de ejecución (en un tiempo específico).
En todo caso, deberá ser un documento conciso y “al grano”, incluyendo la oportunidad que se busca explotar, la idea de ejecución, el equipo involucrado y la planificación de los recursos que va a consumir.
En resumen, la cuestión es definir un plan y visualizar la meta.
Para muchos empresarios, la pregunta es cómo lo pueden hacer; es decir, con qué equipo humano pueden contar para diseñar y/o ejecutar su Plan Estratégico. Para ello es posible aplicar diversas fórmulas, que van, desde abordar el proceso con personal de plantilla, hasta solicitar el apoyo de profesionales cualificados externos; bien sea en la modalidad de Consultoría o también, bajo el modelo de los Interim Manager, que le puede brindar a la empresas una asignación temporal de un ejecutivo de probada capacitación y experiencia para gestionar un periodo de transición, crisis o cambio organizacional.
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